Las emociones son el motor de la vida de los seres humanos. Durante generaciones se ha educado en reprimir algunas de ellas como la tristeza, ¿recuerdas?: “Los niños no lloran…”; O la ira, cuando a las niñas se les regañaba si se enfadaban, porque eso “no era de señoritas”, o “con el ceño fruncido estás más fea”. Así que les tocaba sonreír ¡aunque les pisaran un pie!
Afortunadamente, en este sentido los tiempos han cambiado para mejor. Cada vez más padres me piden ayuda para que sus hijos aprendan a identificar o expresar sus emociones. Aunque debes saber que siempre es buen momento para aprender.
No hay emociones buenas ni malas, ya que todas ellas son necesarias.
Te propongo este ejercicio: Observa la emoción que estás sintiendo. Identifícala. Obsérvala sin juzgarla. Imagina que las emociones fueran palomas mensajeras, es decir, vienen a darte su mensaje, el cual contiene una información que debes saber descifrar en tu beneficio. Las emociones tienen una misión y utilidad. Los estados emocionales nos permiten conocer lo que necesitamos, y de este modo aprender, crecer y evolucionar. Si las negamos, vamos en nuestra contra y por algún lado “explotaremos”, física o mentalmente.
Si crees que tú solo/a no vas a poder o te sientes con la necesidad de que alguien te acompañe a mejorar tu gestión emocional, puedo ayudarte.