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Niños y Adolescentes

Niños felices

Todos buscamos resultados y, trabajando como un equipo, encontraremos las soluciones esperadas.

Junto a tus hijos, la terapeuta trabaja con la familia creando una relación de complicidad entre todos, para poder realizar una evaluación profunda de la situación, y así proponer el tratamiento psicológico que mejor atienda a sus necesidades.

 

Trabajar juntos (psicóloga, familia y centro escolar), es indispensable para conseguir los mejores resultados. Las pautas adquiridas en la consulta se deben aplicar en todos los ámbitos de interacción del niño. Nuestros pacientes valoran esta cercanía y dedicación, fruto del esfuerzo que supone desde las familias el hecho de realizar una terapia.

Aunque vamos a trabajar con una base cognitivo-conductual, siempre utilizamos de forma práctica las terapias más eficaces para los diferentes casos clínicos. Aunque ser educadora en Disciplina Positiva, me permite ayudar a las familias aportándoles herramientas prácticas para que trabajen con sus hijos, forjando un ‘apego seguro’. Por ello, siempre nos vamos a adecuar al caso particular, ya que ninguno de nosotros somos iguales.

En la terapia con niños también utilizamos diferentes técnicas basadas en la PNL, Terapia Breve centrada en soluciones y Coaching, especialmente en los talleres de Inteligencia Emocional.

¿CUÁNDO TE ACONSEJAMOS QUE ACUDAS A UNA TERAPIA INFANTO-JUVENIL?
Las niñas en la naturaleza

Para los adultos es fácil identificar cuando un niño tiene una enfermedad física, pero no lo es tanto cuando necesita de atención psicológica. Por eso, serán los padres, pediatras y los maestros quienes primeramente puedan observar si su hijo o alumno tiene alguna dificultad relacionada con su entorno o si tiene un comportamiento que preocupe.

 

Señales indicadoras para acudir al psicólogo infantil:

– El niño tiene fuertes rabietas, es caprichoso y no sigue las pautas indicadas.

– Tiene problemas de atención en el colegio.

 

– Tiene problemas de conducta y puede ser desafiante frente a los adultos.

 

– Cuando tiene dificultades a la hora de ir a dormir solo.


– Cuando aún se le escapa el pipí de día o de noche y ya tiene edad de controlarlo.


– Muestra manías repetitivas y es obsesivo.


– Tiene miedos o fobias que dificultan su día a día. 


– Destaca su timidez o le cuesta relacionarse.


– Es demasiado activo o inquieto.


– Está deprimido y/o ha perdido el interés por hacer actividades.


– Celos.


– Indecisión a la hora de elegir estudios superiores (orientación profesional en 4º ESO).


– Cuando los padres van a separarse. Saber plantear a los hijos la nueva situación familiar.


– Tras el divorcio, el menor rechaza a uno de los padres.


– Expresa que sus compañeros le están acosando repetidamente, le aíslan y se ríen de él (Bullying o acoso escolar).


– Cuando se niega a asistir a la escuela o siente ansiedad al hacerlo.


– Parece muy inteligente y maduro en sus razonamientos, le gusta aprender, sin embargo, se aburre en clase y no disfruta en la escuela.


– Aunque estudia mucho, falla o se queda “en blanco” en los exámenes.


– Si tiene dificultades para organizar el estudio (falta de hábitos y técnicas de estudio).


– Muestra dificultades para leer o escribir. Si se tienen dudas respecto a su desarrollo en la adquisición de aprendizajes.


– Cuando se observen dificultades en el habla o ésta sea demasiado infantil para su edad.


– Dificultades para atender y concentrarse, los profesores destacan que se distrae en exceso.


– Tiene malas relaciones con sus compañeros o hermanos, mostrándose agresivo o aislándose de ellos. Juega siempre sólo.


– Dificultad de habilidades sociales asociadas a trastornos (Asperger, TDAH).


– Comienza a tener tics nerviosos.


– Obsesión por su cuerpo y su físico, por lo que quiere iniciar una dieta por su cuenta.


– Su conducta, personalidad han cambiado de forma drástica.


– Su rendimiento escolar es muy bajo o ha bajado de forma alarmante, trayendo cada vez más suspensos.


– Bloqueos emocionales y/o rechazo a la tarea escolar.


– Inicio de consumo de marihuana o alcohol.


– Si en casa hay mucho estrés y creemos que está afectando a los niños o les puede afectar.


– Ha fallecido un familiar cercano y el niño no está desarrollando un duelo adecuado o dudamos de ello.

 

– Necesita un informe de una evaluación psicológica mediante un protocolo de test, para entregar en el colegio o para el tratamiento farmacológico por parte de un médico.

En general, es conveniente acudir al psicólogo cuando los padres no saben cómo afrontar con su hijo una situación complicada.
 

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